En “Todo por Oz” la Compañía de teatro Pulso de-sastre revisita la clásica obra infantil “El Mago de Oz”, desde una mirada en la que se mezcla la crítica social y el trabajo con el mundo onírico.
“Soñar no es un cuento”, nos dice Dorothy. Y es que esta obra es un sueño en el que la búsqueda del camino amarillo, como nos cuenta su directora Andrea Miranda, no es otra cosa que la búsqueda del sentido de la propia vida.
Una realización que se llevó a cabo con el apoyo del FONDART, llena de simbología y alusiones al mundo onírico, para la cual los integrantes de la Compañía Pulso de-sastre, con la ayuda de. Centro de Estudios oníricos de Chile, CEO, realizaron un profundo trabajo de investigación con el lenguaje de los sueños. De este interesante trabajo conversamos con Andrea Miranda y esto fue lo que nos contó.
¿De dónde nace la idea de esta obra?
La idea original de esta obra es de Nelson Miño, quien me invitó a trabajar en el guión, que es la adaptación libre de la obra original. Pensando en la mejor forma de hacerlo fue que llegamos al mundo de los sueños, tomando en cuenta que el argumento es un sueño que comienza en la obra original con un tornado, y en el caso de nuestra adaptación, con un accidente provocado por una micro.
¿Se trata de traer la obra a la actualidad?
Son dos juegos: por una parte se trata de traer el sentido más profundo de este clásico a la actualidad y por otra, se trata de acercarla a la realidad chilena. Y es que nuestro objetivo como Compañía, no sólo con esta obra sino que también con las anteriores, es apelar a la crítica social.
¿Cómo llegaron al CEO?
Luego de que teníamos nuestro objetivo general diseñado, es decir el esqueleto de la obra, nos dimos cuenta de que el trabajo principal que teníamos que realizar era la profundización en el mundo y en la imágenes del inconsciente y de los sueños. Fue así como realizamos trabajos con una sicóloga y con la analista de sueños Rosa Anwandter, directora de CEO, quien nos acercó a este lenguaje.
¿Porqué era importante trabajar con estas imágenes?
Porque tanto en la obra original como en la que presentamos, todo ocurre en el mundo onírico, en el inconsciente de Dorothy, la protagonista, que en este caso es una niña de un liceo chileno. Nuestro trabajo cambia en ese sentido, acerca a la realidad, pero conserva la simbología de la obra original.
¿Cómo realizaron este trabajo de acercamiento con la realidad con los otros personajes?
Analizando qué era lo que representaban hoy para nosotros, para nuestra realidad. Fue así como el personaje que no tiene cerebro, es para nosotros un personaje lleno de conocimiento a nivel teórico, pero que no conoce la experiencia, como podemos ver que pasa hoy en muchas áreas. Por otra parte está el hombre sin corazón de la obra original, que para nosotros es un hombre de negocios, representante del capitalismo, un sistema que en muchos sentidos se muestra muy frío y desconectado de la emoción. Por último está el personaje miedoso, que en la obra original es un león y que para nosotros es un travesti, que se encuentra solo en su pieza y con miedo de enfrentar la vida con lo que verdaderamente es.
¿Les interesaba conservar el tono infantil de la obra original?
Sí, pero cuando nos planteamos la obra como proyecto, nos dimos cuenta de que a nivel metafórico, nos interesaba darle un poco más de profundidad y por eso tuvimos que trabajar con el mundo de los sueños y del inconsciente. El travesti por ejemplo, aparece en escena con una máscara blanca, que es un símbolo de la neutralidad, para ser quien es, para expresar su esencia debe quitársela. Yo creo que en los sueños nos encontramos muchas veces con simbologías de ese tipo, en las que nos entregamos mensajes a nosotros mismos. El trabajo que realizamos con CEO nos sirvió para adquirir herramientas para comunicarnos con la gente desde ese otro lugar.
¿Cómo sientes que ha sido la acogida de la gente?
Al público en general le ha gustado mucho, también hemos tenido críticas constructivas que hemos ido incorporando, desde el mundo del teatro. Pero estamos muy contentos porque lo que nos interesa es que el mensaje le llegue al espectador común y corriente. Eso yo creo que se ha logrado.
¿A qué público invitarías?
Partimos pensando en un público adulto, pero al ver la recepción, creo que hoy podría decir que es para un público general. Claramente los niños van a captar otras cosas, tendrán otras resonancias. Al público adulto le servirá de otra manera, tal vez para poner más atención a este otro mundo, el de los sueños, que es también una forma de entender la vida, los mensajes que tenemos que decirnos a nosotros mismos. Y es que la obra es un sueño pensado, en el cual intervinieron muchas cabezas tratando de captar cómo la simbología personal nos puede ayudar en la búsqueda de nuestro propio “camino amarillo”.
María José Ferrada Lefenda |