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Canción
de otoño en primavera
Rubén Darío (Nicaragua,
1867-1916)
Juventud, divino tesoro,
Ya te vas para no volver.
Cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste historia de mi corazón.
Era una dulce niña en este mundo de duelo y aflicción.
Miraba como el alba pura, sonreía como una flor.
Era su cabellera oscura
Hecha de noche y de dolor.
¡Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar no lloro
Y a veces lloro sin querer.
Sonatina
La princesa está triste. ¿Que tendrá
la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
Que ha perdido la risa, que ha perdido el color
.La princesa está pálida en su silla de oro,
Está mudo el teclado de su clave sonoro
En un vaso olvidada se desmaya una flor.
La princesa no ríe, la princesa no siente,
La princesa persigue por el cielo de Oriente
La libélula vaga de una vaga ilusión.
La princesa está triste, la princesa está pálida.
Ay! la pobre princesa de la boca de rosa,
Quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
Tener alas ligeras, bajo el cielo volar:
Ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
Saludar a los lirios con los versos de mayo
O perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el, palacio, ni la rueca de plata
Ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata
Ni los cisnes unánimes en el lago azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
Los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte
De Occidente las dalias y las rosas del Sur.
Calla, calla princesa dice el hada madrina
En caballo con alas hacia acá se encamina en el cinto la
espada y en la mano el azor,
El feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos,
vencedor de la Muerte,
A encenderte los labios con su beso de amor!
Poema del Otoño
Rubén Darío
A Margarita Debayle
Margarita; está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes, una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes.
Un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita, Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor, con un verso y una perla,
una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti.
Cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar:
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo” ¿Qué te has hecho?”
Te he buscado y no te hallé;
Y ¿qué tienes en el pecho que encendido se te ve?”
La princesa no mentía, y así dijo la verdad:
“Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad.”
Y el rey clama”:’ No te he dicho
que el azul no hay que tocar?”
¡ Que locura” ¡Qué capricho!
El Señor se va enojar.”
Y dice ella: “ No hubo intento:
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté”.
Y el papá dice enojado;
“Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado vas ahora a devolver.”
La princesa se entristece por su dulce flor de luz,
cuando aparece sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice”: En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas que al soñar piensan en
Mí.”
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencias sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mi vas a estar, guarda niña,
un gentil pensamiento al que un día te quiso contar un cuento.
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