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Introducción
al estudio de la firma
El estudio de la firma constituye sin
lugar a dudas uno de los capítulos esenciales de la investigación
grafopsicológica. Esta importancia capital que su análisis
supone, se debe a la extraordinaria carga proyectiva que la firma
soporta al vincularse directamente con la expresión de la
propia identidad.
Si bien el texto escritural tiene como función social asignada
la transmisión del pensamiento y la continuidad histórica
de la cultura, función que precisa legibilidad y corrección
gramatical y ortográfica, la firma cumple con una función
comunicativa bien diferenciada: plasmar, transmitir y dejar constancia
de la autoría y voluntad personal del escribiente.
Cuando un sujeto firma un documento, ya sea una carta, un contrato,
una tarjeta de crédito, una orden o un poder, lo que en realidad
está haciendo es fijar su sello personal de modo
indeleble, mediante la ejecución de un grafismo, cuyas características
grafonómicas y grafológicas lo diferencian y singularizan
de modo evidente frente a cualquier otro.
Privilegio exclusivo de la firma es la ausencia de normativa caligráfica
alguna para su ejecución. Si bien el texto escritural debe
necesariamente ceñirse a un patrón universal caligráfico
y ajustarse suficientemente a su estructura para resultar legible
y correcto en aras de cumplir con la función que tiene asignada,
la firma carece de marco referencial estipulado, su adquisición
y desarrollo es una conquista personal, espontánea y radicalmente
libre de elaboración para cada individuo. Dicho de algún
modo, a la firma le está permitido TODO, la excentricidad
de sus formas, sus discrepancias estructurales y cinéticas
respecto al texto, la no inteligibilidad de sus caracteres, etc.,
todas estas circunstancias en la firma no constituyen obstáculo
alguno para su reconocimiento social y legal.
La firma cumple cabalmente su finalidad social e histórica
transmitiendo identidad, autoría, personalidad, para lo que
no precisa más regla que la espontaneidad, la libre ejecución
de sus trazos a través de los cuales el escribiente depositará
inevitablemente las notas de su singularidad, psicológica
y fisiológicamente entendida.
En ella el sujeto se plasma a sí mismo de forma mucho más
directa que a través del texto, por cuanto que no sólo,
al igual que el texto, permite rastrear las huellas del carácter
y las líneas de su estado anímico, sino que además
la voluntad del firmante interviene para formularse a sí
mismo ante los demás, quien firma dice yo.
Que la firma es representación gráfica de la propia
identidad está perfectamente ejemplificado en la traslación
conceptual de su nomenclatura al ámbito mercantil y literario-periodístico,
por señalar dos ejemplos cotidianos. Coloquialmente hablamos
de la firma Sony o Bayer, para referirnos a la identidad empresarial
de dichas marcas. Hablamos entonces de una gran firma...
o del innovador modelo de la firma..., de una firma
solvente, internacional o de una importante firma. Los políticos
estampan su firma como representación de la voluntad gubernamental
y los periodistas ensayan en sus columnas al pairo de una identidad
(firma) de reconocida solvencia comunicadora ante el público.
Se prodría decir que nuestras sociedades occidentales giran
en torno a la presencia de la firma, la cual dice Magdalena Ezcurra
con mucha razón, resulta cada vez más requerida e
indispensable, cada día se firma más. Por otra parte
la ejecución de la firma en nuestro tiempo carece de la solemnidad
y elaboración que antaño tenía. Hoy se tiende
a la simplificación y rapidez del grafismo autoidentificativo,
por lo que es natural encontrar un gran número de firmas
ilegibles y de firmas visé (garabato simplificado, Visear
significa vislumbrar algo, adquirir una visión imperfecta
de una cosa).
El estudio de la firma puede y de hecho es realizado desde dos ámbitos
claramente diferenciados: el de la grafotécnia también
llamada Pericia Caligráfica y desde la perspectiva Grafopsicológica.
Nunca deben ser confundidos ambos territorios ya que cada experto
en cada una de estas disciplinas busca señales de identidad
en la firma con finalidades distintas y basándose por tanto
en criterios diferentes. El grafotécnico o perito calígrafo
trata de hallar la autoría de un manuscrito, firma o texto,
buscando determinar la identidad de un grafismo dubitado con otro
indubitado, es decir de aquel que se conoce fehacientemente su autoría
(indubitado) de aquel otro (dubitado) objeto de la investigación
pericial. El estudio grafotécnico o pericial persigue la
autoría física, material del manuscrito. En ningún
caso establece valoraciones de orden caracterológico, aunque
debe tener en cuenta las variaciones del trazo que se producen por
efecto del estado anímico en supuestos de coacción
o de patologías reflejadas en la escritura.
Para el grafopsicólogo la investigación es diferente,
lo que éste busca no es la autoría física o
material del grafismo, que por otra parte suele conocer como dato
previo al análisis, sino la identidad psicológica
que manifiesta la individualización de una escritura cualquiera,
firma o texto, el ambiente psicofísico que ha condicionado
la realización del manuscrito.
Manuel J. Moreno
Perito caligráfico - Director del Instituto de Grafología
Analítica. de España
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